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Francisco Blanco Najera

La Familia

“Soy de familia pobre… pude ver las manos encallecidas de mi madre… conozco la pobreza… porque he vivido muchos años abrazado a ella”.

La casa en que nació Francisco está situada en un barrio del Logroño antiguo. Allí vivía el matrimonio formado por Eduardo y Patricia: un hombre y una mujer venidos del campo que se establecen en la capital con un pequeño negocio de bebidas. Como no llega el dinero, ella trabaja de lavandera.
Es un hogar de siete hijos, pero la enfermedad pronto reduce la familia a dos: Patricia y Francisco. Descubre nuevas pobrezas: la orfandad y la soledad; la economía sigue mermando.
Cuando decide entrar en el seminario, él mismo debe trabajar para ayudarse a pagar los estudios y conseguir gratis, al menos, el desayuno y la cena.
Así, a base de tesón y de esfuerzo, pero siempre apoyado por el cariño y la fortaleza de su madre, Francisco llega al sacerdocio.

Sacerdote

“La llegada al sacerdocio es un pórtico abierto a la actividad de perfección religiosa, no una meta de placidez inoperante y cómoda”.

Año 1913. Francisco finaliza sus estudios y es ordenado sacerdote: “Id y enseñad a todas las gentes”. Es significativo que ya entre los símbolos que elige para los recuerdos de su primera misa, aparezca la figura del Divino Maestro de pie, rodeado de apóstoles.
Ahora, como siempre, comenzar esta nueva etapa significa poner todo al servicio de Dios, valiéndose también de sus muchas cualidades naturales.
Francisco se entrega de lleno a sus actividades parroquiales, y todavía le queda tiempo para estudiar.
Hombre intelectual, hombre de Iglesia, hombre seriamente preparado da su primer “salto” de la Rioja a Córdoba. Más adelante Jaén y de nuevo vuelve a Córdoba. En todos estos lugares, desarrolla su actividad alternando sus trabajos como profesor y las responsabilidades que le asignan en esta diócesis.
Francisco, preocupado por todos y por todo, constantemente repetía: “Hay que hacer algo”. ¡Y lo hacia!. Con su palabra, con sus escritos, con sus actuaciones frente a los problemas de la Iglesia y de la sociedad.

Obispo y Fundador

“Soy vuestro padre… buscad en mi solamente una cosa, aquello que lo suple todo y que no tiene compensación posible, el amor, y estad seguros de que no os sentiréis desilusionados, porque vuestro obispo tiene un tesoro de amor para vosotros y no ansía sino derramarlo, a manos llenas, sobre sus hijos”.

“Educar es enseñar a vivir y si el ideal de la vida humana es Cristo, la educación debe tener por fin la imitación de Cristo”.
Córdoba. En el año 1944 es consagrado obispo de Orense. En esta misma ciudad conoce a la escolapia Madre Soledad de la Cruz, y animándose en el mismo ideal fundan la Congregación de Misioneras del Divino Maestro, que abre su primera casa en Baza (Granada) el 10 de marzo de 1945.
Blanco Nájera es un hombre con una clara visión de sus deberes de Padre y Pastor.
Como obispo, su actuación pastoral la centra en Orense: contactos con el pueblo, visitas pastorales, ejercicios espirituales, atención al seminario, a los sacerdotes… su palabra y sus escritos abarcan distintos frentes: la mujer, el obrero, el maestro, el niño…
Su preocupación constante por los pobres y su idea fija de formar hombres al estilo de Jesús Divino Maestro, que a lo largo de su vida tiene diversas manifestaciones, culmina en la fundación de una Congregación Religiosa dedicada a la enseñanza. Esta es la gran ilusión de su vida. Las clases populares estarán debidamente atendidas en el campo educativo, porque la gran originalidad del Obispo-Fundador ha sido encajar su obra en los organismos oficiales del Estado.
Y al lado de las Misioneras del Divino Maestro, la Asociación de Cooperadores Seglares, participando de un mismo origen, una misma espiritualidad y una misma actividad apostólica.

Un Hombre para los Hombres de Hoy

“Mi vida entera, si no es para tu mayor honra y gloria y para la santificación de mis hermanos ¿para qué la quiero?”.

Francisco Blanco Nájera, es hijo de familia pobre, el seminarista pobre, el sacerdote ilusionado y entregado, el Obispo y Fundador que basó todo su apostolado en el amor, vive hoy en el recuerdo y el corazón de la sociedad y de la Iglesia, como un hombre para los hombres de hoy.
Infinidad de escritos, gestos, hechos… todo un talante, toda una vida de entrega... Fue un regalo maravilloso de Dios al Mundo que hoy sigue vivo en el espíritu de una Familia Religiosa, que al estilo de su Fundador basa su acción educativa en la sencillez de la entrega a los niños y jóvenes. Y pretende llevar “el fuego y el amor del Divino Maestro a la mente y al corazón de los hombres”.
Francisco, un hombre fiel a Dios y sensible a las necesidades de su tiempo, se nos presenta como modelo. Y al profundizar en su misterio personal podemos hacernos muchas preguntas. Pero hoy será suficiente nuestra acción de gracias por su vida fecunda, por su encendido amor a Jesucristo y a los pobres.

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