Las Misioneras del Divino Maestro somos un Instituto de vida apostólica. Realizamos nuestra misión con la fuerza apostólica que dimana de la propia vida, al vivir la plenitud de la consagración bajo la acción del Espíritu Santo, y con nuestra acción Evangelizadora colaboramos en la Misión Divina de Jesucristo.
Participamos en la misión de Jesucristo, Maestro Único, respondiendo a su mandato: “Id y enseñad a todas las gentes”
Estamos llamadas a vivir la Consagración como educadoras, haciendo de la escuela la gran plataforma de la Evangelización, anunciando a Jesucristo a las nuevas generaciones.
Los Centros Divino Maestro, son una institución educativa al servicio de la persona, “El alumno CENTRO y PROTAGONISTA de la educación”, intentan lograr sus finalidades, con el estilo, el espíritu, los principios metodológicos y la experiencia educativa de Francisco Blanco Nájera y Soledad Rodríguez Pérez.
Nuestros Fundadores consideran la escuela católica como lugar privilegiado de Evangelización, porque entra de lleno en la misión salvífico docente de la Iglesia. La escuela ha de ser la aplicación del principio evangelizador «id y enseñad a todas las gentes». Cualquiera que sea el contenido de la enseñanza, se explica a la luz de la fe.
El estilo educativo de los Centros Divino Maestro se fundamenta en una visión verdaderamente integral de la educación. Teniendo en cuenta el desarrollo armónico de la persona. El educando va perfeccionando su ser y unificándose en el crecimiento humano cristiano. Los alumnos aprenden progresivamente a armonizar fe, cultura y vida.
La formación integral la entendemos como un proceso continuo, permanente y participativo que busca desarrollar de modo armónico y coherente todas y cada una de las dimensiones de la persona: ética, espiritual, cognitiva, afectiva, comunicativa, estética, corporal y socio-política, a fin de lograr su realización plena en la sociedad, conduciéndolo hacia una concepción cristiana del hombre, del mundo y de la historia que le transforme y constituya a la vez en constructor de una sociedad nueva.
La filosofía educativa pretendida por los fundadores, de plena actualidad hoy, se dirige al hombre en su totalidad. Está orientada a desarrollar en cada alumno todo su potencial humano y espiritual, desarrollo no sólo de la inteligencia, sino de la voluntad que conlleva adquirir hábitos y formar caracteres, conformar el pensamiento y modelar el corazón.
Blanco Nájera afirma «Educar es enseñar a vivir». Esto implica, entre otras cosas, la atención e interés por los aspectos comunitarios de los alumnos, su capacidad de pensar y comunicarse en grupo, de convivir y trabajar con
los demás, la exigencia y firmeza en el estudio, en las diversas actividades de la vida escolar, la cooperación y la participación de los alumnos en su propia formación.
Los Centros Divino Maestro se identifican como una segunda familia. Blanco Nájera concibe la escuela como espacio-hogar dentro del cual el alumno se desarrolla progresivamente. «La educación es obra de amor, ternura, abnegación y sacrificio» es la herencia que identifica nuestros centros en cualquier lugar, donde se encuentren, como valor esencial de nuestra filosofía educativa. Así como la atención personal a los alumnos, especialmente a los más necesitados, mediante la aceptación de su persona y situación, valorando no sólo el rendimiento académico, sino sus cualidades humanas, necesidades e intereses.
La estructura, organización, metodología, contenidos, estilo y ambiente lo conforman como un Centro en Pastoral, caracterizado por un clima educativo donde se pasa de la escuela-Institución a la escuela-Comunidad, que manifiesta sus valores por medio de auténticas relaciones interpersonales.
Todos los elementos del ambiente educativo están impregnados de espíritu cristiano. La persona de Jesús Divino Maestro y de la Madre Inmaculada se nos muestra como el paradigma hacia el cual se dirige el dinamismo y la acción educativa de nuestros Centros.
En el momento actual, la Institución pretende recrear la experiencia carismática original y, a partir de ella, responder de manera significativa a los retos del nuevo milenio, compartiendo con los seglares el carisma fundacional. La Misión compartida es un modo privilegiado de recrear hoy nuestro Carisma y ver como se va enriqueciendo al compartirlo con los laicos.