Camina y confía

El poder sanador de Jesús no se detiene ni ante nada ni ante nadie. Ni ante los prejuicios ni las convenciones que van contra la dignidad de la persona. Ni siquiera la muerte puede con ese poder. No hay situaciones sin salida para quien confía en Él. 

Tenemos que seguir pidiendo a Jesús que nos cure, acercarnos con temor y temblor a tocar su manto, para recibir su fuerza. Confiando, y aceptando lo que Él nos dé. Con fe. Porque es la fe la que nos sana.

Liturgia del domingo

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