Testigos de la luz

Compás de espera

No desesperéis, viandantes, soñadores, ingenieros de caminos nuevos.
¡Es verdad!
La noche se adentra y solo se rezan responsos de muerte a la vida, al amor, a la equidad, en un mundo ciego y sordo a todo lo que no sea «la misma dirección», «el mismo rumbo».
Pero, ¡Es Adviento!
Y Dios viene como fuego para incitar toda inquietud, unir su voluntad a la vuestra, y como viento huracanado ir derribando a cada paso una frontera, una valla, un inamovible obstáculo.
No os aflijáis más los que tenéis vedada la esperanza en el calendario de un día tras otro sin mañana, los náufragos de la desdicha, los de la mirada extraviada al perder todo lo que creíais vuestro.
Sabed que vuestra postración provoca náuseas, sin parar, en Dios.
Y tiene prisa el que quiere venir a vuestra carne, y en el poder revelador de un sueño, por boca de su ángel, musitaros: ¡Alégrate!
¡Levántate! ¡Sígueme!

 

Liturgia del domingo

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