Derrama tú Espíritu sobre la Iglesia

Espíritu

Te mira en los ojos risueños de un crío.
Te arrulla con voz familiar y segura.
Te impulsa a cantar en la tormenta.
Te habla a través de las gentes, con palabras de amor y ternura.
Te sostiene en la caída y te ayuda a levantar de nuevo.
Te pide, con mano implorante, que le ayudes a sanar la dignidad del mundo que se desangra en tantos de sus hijos.
Hay días en que lo escuchas, y otros en que lo ignoras, pero cuando lo conoces te hace más sabio, más firme, más humano.
Rompe las puertas selladas que te encerraban en prisiones de dentro.
Y al salir de la estrechura, te descubres amigo, hermano.
Entonces todos los idiomas se vuelven un mismo canto.
Está en ti, susurrando su evangelio. Acógelo, crece con Él, que el Espíritu vive contigo.
(José María R. Olaizola, sj)

 

Liturgia del domingo

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