Gracias por tu silencio
Gracias, Señor, por tu silencio. Se abre delante de nosotros como un respeto cálido, donde podemos ensayar nuestras palabras de aprendices, alentados por tu mirada que nos contempla con cariño.
En tu silencio nos decimos, originales y nuestros, nos escribimos en tu acogida de página en blanco. Trazamos nuestra ruta en tu hoja azul de mar en calma y días luminosos, o en tu calcinada superficie de arena y desierto
perdidos en la historia sin huellas por delante.
A veces en tu silencio crece nuestra pregunta como el garfio en una mano cortada. Es de acero afilado nuestra angustia, es dura y urgente, y trata de clavarse en tu misterio mudo para rasgarlo de arriba abajo y para encontrarte como única respuesta.
Pero tú sólo te revelas en el tiempo maduro. Por más que te digas siempre serás silencio, infinita palabra en la que siempre te seguirás revelando, cálido respeto en el que crecemos al decirnos y estrenarnos.